Majdi, Palestina

Mi impresión general del viaje es de profunda gratitud. Ver el barco como una escuela de vida fue realmente el contexto perfecto para esta experiencia. El primer día, cuando el mar estaba más agitado, la mayoría nos sentíamos enfermos o asustados. Durante las primeras horas, me mantuve alejado de todos y logré no marearme. Pero al regresar y ver tantos rostros pálidos y afligidos, me sentí mal de inmediato y acabé vomitando. Después de una breve siesta, me recuperé y regresé para intentar ayudar a quienes aún luchaban.
La barca y el mar que nos rodeaba me recordaban constantemente episodios de la vida de Jesús en el Mar de Galilea. En medio de todo, durante mis momentos de oración, pedí a Dios que se revelara en los rostros de los hermanos y hermanas de la barca. Y así fue, ya fuera en los vulnerables o en los firmes, en las palabras de quienes estaban de acuerdo conmigo y en las voces de quienes discrepaban. Dios estaba presente en la barca, y yo era consciente de su presencia casi todo el tiempo. De vez en cuando me asaltaban dudas, pero él siempre encontraba la manera de tranquilizarme: en una sonrisa, en una pequeña pregunta o en la voz suave que me habla al corazón antes de dormir.
De este viaje, puedo decir que mi fe, mi esperanza y mi amor han crecido, y eso no tiene precio. Me siento más seguro en mi vocación, sobre todo porque he recibido más hermanos y hermanas, el mismo don que el Maestro prometió a quienes lo siguen.
Ahora que he vuelto a tierra, intento ver a cada persona que conozco tan vulnerable como lo fuimos todos en aquel primer día en el mar. Quiero llevar paz a los corazones y fomentar la confianza en las relaciones, porque para mí, estas son la base sólida para la estabilidad política y para poner fin a los conflictos armados a nivel internacional.
Con gratitud »
Majdi
Publicado el 23 de septiembre de 2025 en Testimonios de S6