Anfel, Argelia

Lo que más me conmovió fue el sentimiento de comunidad que se creó casi al instante. Despertar cada mañana con las mismas caras, escuchar las historias de los demás, compartir comidas, risas y, a veces, silencios, todo parecía como vivir un sueño febril. Nunca olvidaré la valentía y la vulnerabilidad de quienes se abrieron a hablar de sus vidas.
Incluso los gestos más pequeños, una sonrisa durante el desayuno, el sonido de las olas durante las conversaciones nocturnas o cantar juntos en la cubierta son momentos que no sabía que necesitaba.
Por supuesto, también hubo desafíos. Vivir tan cerca no siempre es fácil, y a veces me sentí abrumada por la intensidad de las emociones y las historias. Necesité momentos de pausa y reflexión para procesar todo con mayor fluidez. Sin embargo, incluso estas dificultades fueron parte del aprendizaje y me enseñaron resiliencia, paciencia y la importancia de hacer espacio para todos.
Lo que me da esperanza hoy es saber que nosotros, los jóvenes del Mediterráneo, no estamos indefensos. Juntos, a través de proyectos como MED25 Bel Espoir, podemos convertir el miedo en diálogo, los muros en puentes y las heridas en acción.
Para mí, Bel Espoir no era sólo el nombre de un barco, sino también, de alguna manera, una profecía cumplida: un lugar donde la esperanza se hacía real. »
Anfel
Publicado el 23 de septiembre de 2025 en Testimonios de S6